viernes, 27 de diciembre de 2013

Mis almas gemelas - I

Cuando escribí la entrada sobre El alma gemela dije que si se terciaba hablaría sobre MIS almas gemelas, entendiendo lo de gemelo no como idéntico, o bueno, quizás en cierto sentido, si. Dicen que dos personas se sienten atraídas cuando se reconocen dos cuerpos cuyas vibraciones son idénticas y es quizás por eso por lo que no necesitas conocer a la persona, ni siquiera ver su cara, ni oir su voz, solo con notar su presencia se produce esa atracción que es reconocida por nuestro cuerpo físico-espiritual.

La primera vez que me encontré ante una situación así me sentí bastante contrariada con el sentimiento. No entendía muy bien esa sacudida que se producía en mi interior. Aún hoy, recuerdo ese momento como si lo estuviera viviendo. Entré en una sala acompañada de otra persona que me estaba enseñando el que sería mi nuevo lugar de trabajo y apenas entré, lo sentí. Allí estaba él, con la atención puesta sobre unos papeles de su mesa. No le vi ni siquiera la cara, solo sus pelos largos. Recuerdo exáctamente la ropa que llevaba como si mi mente hubiera hecho una fotografía de ese instante. La "casualidad" hizo que al incorporarme a ese departamento días después, me pusieran a trabajar justamente con él y es porque las cosas que tienen que ser, antes o después, son. No voy a decir que fue un camino de rosas nuestra relación al principio porque el momento creo que era el más inadecuado para los dos y nos pasamos dos años que podría catalogar de momentos agónicos, épicos, apasionados, tristes, inmensamente felices y ebrios una gran parte de las veces. Fue una lucha continua de separaciones y reencuentros supongo que porque pese a todo, había algo más fuerte que nuestras convicciones que nos arrastraba a unirnos nuevamente hasta que acabamos por hacerlo definitivamente. Tengo que decir que yo saqué el mayor de los beneficios de esa relación y que nunca entendí que es lo que podía encontrar en mi que le aportara algo a un chico como ese. Sé que ese no entender le tenía que resultar asfixiante porque yo no le permitía que disfrutara de sus días con la libertad que merecía pero lo cierto es que me aguantó con toda su paciencia y cierto es también que de cualquier forma, yo por lo menos, viví los años más felices de mi vida. Siempre he dicho que era y no dejará nunca de ser el amor de mi vida. Porque hay almas que nunca pueden dejar de amarse y la suya era una de ellas. Yo no lo hice jamás aunque quizás él no lo entendiera nunca. Fue no solo un amor, sino el mejor de los amigos. Disfruté de él y de todas las inquietudes que él sentía por las cosas como seguramente no vuelva a disfrutar jamás y aprendí tantas cosas a su lado que mi agradecimiento nunca será suficiente. Aprendí a emocionarme con los óleos, me empapé de lecturas de todo tipo, respiré la naturaleza al tiempo que le respiraba a él, soñé y me dejé mecer con las fantasías que otros imaginaron y pusieron en papel en forma de letras o dibujos que contaban historias. Me deshacía de emoción cuando cogía entre sus manos su guitarra o su flauta travesera y la casa parecía tener vida propia ajena a la nuestra. Descubrí que el mundo, a través de sus ojos, era perfecto pese a la cotidianeidad de los otros. Que el placer de vivir se podía encontrar en mil rincones distintos, en una noche de Perseidas en la montaña, en el silencioso escudriño de las aves apostados en algún observatorio, en el disfute del pasear por pueblos y ciudades de su mano, en los lienzos y en el vino, en la ebriedad de algunas charlas, en la imaginación de cada uno... Y al igual que se grabó en mi como una instantánea el momento en que le descubrí, me persigue muchas veces el recuerdo de su mirada en el momento del adiós. Saberle dichoso con su vida es algo que me llena de felicidad y descubrir que sigue siendo el mismo chico que yo conocí, que se sigue emocionando y disfrutando con las mismas cosas de antaño y seguramente muchas más, me llena a mi de emoción. Siempre fuistes y serás una persona adorable.

Con la siguiente historia continuaremos en otro momento. Esta tiene su propia banda sonora en un vídeo que hice hace unos años y que encierra una vida. La nuestra.

Jethro Tull - Jack-A-Lynn (1988)