viernes, 3 de mayo de 2013

TRECE

No soy yo de supersticiones aunque reconozco que a veces a una le asaltan las mismas supongo que por lo arraigadas que están en el pensamiento general. Por eso el día que mis hijos decidieron que era momento de venir a este mundo yo tuve un arrebato de tratar de forzar el momento para evitar, por si las moscas, un día fatídico. Pero no se puede ir en contra de la naturaleza y mientras que yo esperaba que vieran la luz cuanto antes, ellos decidieron que era preferible asomarse al mundo en la primera hora de un martes 13. 

También era 13, aunque me parece que no martes, cuando empecé a trabajar por primera vez en mi vida en una empresa que no abandoné hasta 27 años después y en la que me demostré todo lo que me tenía que demostrar a nivel profesional. Posiblemente haya habido más estupendos 13s en mi vida que ahora no consigo recordar, pero que hayan supuesto un hito en mi vida, estos dos son dignos de mencionar. Y a todo esto, y visto como resultaron las cosas, está claro que nunca elegí el 13 para organizar ningún bodorrio. Ja.

Cuando se inició este 2013 yo ya tenía asumido que los 13s, al contrario que a los demás, a mi me reportaban las cosas más agradables de la vida así que deposité en él las esperanzas de los sueños que uno siempre tiene. Vivida ya casi la mitad del año puedo asegurar que inicié su andadura con una certeza que tenía nombre propio, augurio de estupendos momentos por otras razones incluso que ahora no vienen al caso. Fue tan solo la miel que rozó mis labios y se quedó por el camino. Pero creo que  para valorar un año es necesario llegar hasta el final. Como ha sucedido en otras ocasiones, lo que en un momento puede parecer un desastre no es más que una oportunidad que da paso a mejores aconteceres aunque el nombre propio ya no sea el mismo o incluso, ninguno. Será que no era este 13 el apropiado  para llenar ese aspecto de mi vida. Pero como la vida se compone de muchas cosas más, habrá que esperar a ver que me acaba deparando el año. 

Por lo pronto, el próximo 13, el que está a punto de llegar, será cuando desembarque nuevamente en este mundo. El retorno del exilio autoimpuesto. Un volver a nacer para empezar a escribir otra historia. Y me he vestido de ilusión y de ganas para el regreso.

Mis 13s no son un 12+1 como dicen algunos. Los míos son un TRECE con mayúsculas y sin más.

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